*Jueves 05 de diciembre de 2024 / 22 de noviembre de 2024*
*24ª Semana después de Pentecostés.*
*1 Tesalonicenses 5:1-8*
1. Pero en cuanto a los tiempos y las ocasiones, hermanos, no tienen necesidad de que se les escriba.
2. Porque ustedes mismos saben perfectamente que el día del Señor vendrá como ladrón en la noche.
3. Cuando digan: "Paz y seguridad", entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores de parto sobre una mujer embarazada, y no escaparán.
4. Pero ustedes, hermanos, no están en tinieblas, para que aquel día los sorprenda como ladrón.
5. Todos ustedes son hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas.
6. Por tanto, no durmamos como los demás, sino vigilemos y seamos sobrios.
7. Porque los que duermen, de noche duermen; y los que se embriagan, de noche se embriagan.
8. Pero nosotros, que somos del día, seamos sobrios, vistiéndonos con la coraza de fe y amor, y con la esperanza de salvación como yelmo.
*Lucas 18:31-34*
31. Entonces tomó aparte a los doce y les dijo: "He aquí, subimos a Jerusalén, y se cumplirán todas las cosas que están escritas por los profetas acerca del Hijo del Hombre.
32. Porque será entregado a los gentiles, será escarnecido, insultado y escupido.
33. Y después de azotarlo, lo matarán; pero al tercer día resucitará".
34. Pero ellos no entendieron nada de esto; estas palabras les estaban veladas, y no comprendieron lo que se decía.
*Comentario*
San Pablo nos recuerda que vivimos en un mundo que puede parecer estable, pero cuya seguridad es una ilusión. Nos llama a vivir en lo eterno, no por no prestar atención a lo material, pero si manteniendo la sobriedad de la fe. Es un recordatorio de que la vigilancia espiritual no es miedo, sino la perspectiva asentada en algo que trasciende este mundo.
Cristo revela su Pasión, y los discípulos, como nosotros, no comprenden. La salvación pasa por la cruz, y nuestra resistencia a aceptarlo revela el peso de nuestras ilusiones. La fe no exige entenderlo todo, sino caminar hacia el misterio, subir a Jerusalén: donde la muerte no es fin, sino puerta a la resurrección.
Archimandrita Gregori
Misión San Tikhon – Ciudad de Buenos Aires
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