La Concepción de la Santísima Theotokos por Santa Ana no se menciona en los Evangelios, pero la tradición cristiana la celebra como un milagro de Dios. Ana, hija del sacerdote Matán, y su esposo Joaquín, descendiente de la casa de David, vivieron en Nazaret. Durante años, la pareja sufrió la tristeza de la infertilidad, considerada en ese tiempo una desgracia.
Ana, inspirada al ver un nido de aves, oró con fervor, prometiendo consagrar a su hijo a Dios. Un ángel le anunció que concebiría a una hija, María, quien traería bendición al mundo. Joaquín, mientras tanto, recibió el mismo mensaje en el desierto, donde oraba y ayunaba. Ambos se reunieron en el templo para agradecer a Dios, y poco después, Ana concibió a la Madre de Dios.
La Iglesia Ortodoxa venera a Santa Ana desde tiempos antiguos y rechaza la doctrina de la Inmaculada Concepción, enseñando que la Virgen compartió nuestra naturaleza humana, aunque sin pecado personal. Reliquias de Santa Ana se conservan en varios monasterios, como el Skete de Santa Ana en el Monte Athos. Su fiesta es especialmente venerada por mujeres embarazadas en Rusia, quienes buscan su intercesión.

 
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